viernes, 20 de mayo de 2011

"SIN PAPELES" ... ¿Y?

Una "sin papeles" recibió un doctorado honoris causa en Estados Unidos
Tiene 26 años y aunque se graduó de trabajadora social no puede ejercer porque no tiene documentos. Una universidad de California la distinguió y pide por "la legalización de estudiantes como ella''.


Estudió con mucho esfuerzo. Y casi no faltó a clases. Cada día, Isabel Castillo, una inmigrante ilegal que vive en Estados Unidos, salió de la casa rodante en la que vive para ir a la universidad. Y lo logró. Se recibió con honores de trabajadora social. Sin embargo, esta mexicana de 26 años no puede ejercer su profesión y se ve obligada a trabajar en bares y restaurantes. Es que por ser una "sin papeles" no puede hacer lo que le gusta. En reconocimiento a su enorme dedicación, hoy, otra universidad le otorgó un doctorado honoris causa.

La Universidad de San Francisco le entregó el doctorado en letras honoris causa por su militancia en favor del proyecto de ley llamado Dream Act, que busca que se le otorgue la residencia legal a los estudiantes como ella, que fueron traídos al país ilegalmente por sus padres cuando eran niños.

"Estoy impresionado con la manera como pone en riesgo su vida al abogar abiertamente por la aprobación del Dream Act'', dijo el rector de la Universidad de San Francisco Stephen A. Privett.

"Es una joven muy segura y osada, brillante, comprometida con la vida, que le ha truncado las oportunidades debido a una prohibición ridícula', disparó Privett.

"Honramos a Isabel para llamar la atención de la comunidad a esta propuesta que apoyamos y que pide la legalización de estudiantes como ella'', señaló el rector de la universidad fundada en 1855.

La historia de Castillo como inmigrante ilegal comenzó en 1991, cuando tenía seis años. Ella y sus padres, procedentes de Michoacán (México), ingresaron ilegalmente en Estados Unidos en auto. Se instalaron en una casa rodante y la necesidad hizo que Isabel tuviera que trabajar desde muy chiquita ayudando a su mamá a vender tacos.

"Siempre ha sido ahorrativa. Desde que tenía cinco o seis años. Así ha juntado dinero para pagar sus estudios y, claro, también le ayudaron, pero ella hizo lo demás'', dijo Amparo Saldivar, su mamá. "Por eso me da tristeza que no pueda trabajar en lo que estudió, porque ha sufrido mucho''.

En su humilde casa rodante, Isabel desarrolló el espíritu dinámico y servicial que luego le ayudarían como activista y estudiante en la Universidad Menonita Eastern.

"Es dinámica, muy activa, estricta. Le gustan las cosas bien hechas y no le gustan las injusticias'', dijo su madre. "Es inteligente y la alegría de sus amigos y cuando tenemos fiesta, es el centro de la fiesta''.

En Harrisonburg (Virginia) donde vive, la joven se graduó de la secundaria Turner Ashby y decidió seguir estudiando, sabiendo que difícilmente podría ejercer su profesión al no tener papeles.

"Ha sido difícil pero no tengo miedo porque no soy un delincuente", dijo Isabel, que trabaja de moza los fines de semana. "Si me deportaran sería como regresarme a un país extraño porque este país es mi hogar''.

Para ahorrar dinero para la universidad, Isabel trabajó como moza 13 horas por día, de 9 de la mañana a 10 de la noche, seis días a la semana, durante todo un año después de terminar la secundaria. Y los domingos trabajó de 9 a 15. Luego de tres años y medio, se graduó con altos honores como trabajadora social.

En ese tiempo no dejó de servir. Durante 30 horas a la semana se siguió poniendo su uniforme de moza. También perdió el miedo y pidió becas a empresarios e iglesias. "Tuve la ayuda de la comunidad y de profesores. Pero tuve que pelear por mí misma y pedir ayuda y becas'', contó.

"Siendo bilingüe, siempre me ha gustado ayudar a la comunidad, más que nada por experiencia propia, al ver lo difícil que es para un inmigrante vivir aquí, sin conocer el país, la cultura, el idioma'', explicó Isabel.

Como no pudo conseguir trabajo en su campo, se fue a vivir con su hermana mayor Laura y su hijo Alexis en una casa rodante. Y volvió a trabajar en bares y restaurantes. También fue cajera e intérprete y gestora de documentos para inmigrantes.

"A veces llevaba gente a las oficinas de Inmigración. Qué irónico, ¿no? Es un poco loco. Yo que no tengo papeles llevando a gente a Inmigración. Pero no tengo miedo, quizás por eso hago lo que hago'', dijo. "Lo que va a pasar, va a pasar. No soy delincuente y no tengo por qué esconderme''.

Aunque se graduó en el 2008, recién la semana pasada fue a buscar su título. "Acabo de recoger mi diploma, después de tres años. No podía recogerlo hasta pagar todo y hoy hice el último pago'', contó Isabel el viernes pasado.

En octubre de 2009 creó en donde vive un grupo pequeño de "dreamers" (soñadores), como se hacen llamar los jóvenes indocumentados que podrían beneficiarse del Dream Act. Son unos 65.000 ilegales que se reciben cada año.

El año pasado, durante una reunión comunitaria, Isabel logró hablar con el gobernador de Virginia, Bob McDonnell, un republicano que impulsa duras políticas contra los indocumentados.

También ha liderado manifestaciones en la capital del país y ha declarado como inmigrante ante un subcomité de la Cámara baja del Estado de Virginia.

"Pedimos firmas en favor del Dream Act aquí en Harrisonburgh y cientos de personas firmaron. Las presentamos ante el concejo municipal y aprobaron una resolución unánime en favor del Dream Act'', recordó. "También hicimos la primera marcha en favor de inmigrantes en Harrisonburgh y llegaron más de 300 personas, y este es un pueblo muy conservador. Fue un gran logro para nosotros''.

Ahora se dedica a promover el Dream Act hablando sobre su vida, los obstáculos que tuvo que superar y las oportunidades que está perdiendo por no tener documentos.

La vida de Isabel y su militancia son una inspiración para otros "dreamers'' como Iván Soto, de 18 años, amigo de Castillo que va a la misma secundaria donde ella se graduó.

"Estoy tan motivado, tan animado por ella. Si ella lo pudo hacer, yo también lo puedo hacer. Me da energía para pelear por una buena causa y seguir adelante'', dijo el estudiante, quien quiere seguir la carrera de Administración de Empresas o Informática.

Para obtener los beneficios del Dream Act, los indocumentados jóvenes deben tener un diploma de secundaria o equivalente, y haber cursado dos años en una institución educativa superior o alistarse en las Fuerzas Armadas. Deben también haber tenido menos de 16 años cuando llegaron a Estados Unidos.

Si aprobaran el Dream Act o legalizara su estatus migratorio -ha solicitado la residencia a través de su padrastro- Isabel dice que le gustaría cursar una maestría.

"Si no sigo estudiando –explicó Isabel- es porque no tengo dinero y no dan becas para maestrías. Mientras tanto, a seguir peleando por el Dream Act".

Fuente: AP

http://www.clarin.com/mundo/papeles-recibio-doctorado-honoris-Unidos_0_484151839.html