A casi un mes de la muerte del periodista boliviano Adams Ledesma Valenzuela, director de un periodico y de Mundo Villa TV, no olvidamos este atroz asesinato, y no haremos como los grandes medios de comunicación que no cubrieron este hecho. Nadie investigó, nadie se lamentó y solo le dedicaron algunas líneas y pocos espacios en TV y Radio.
Mientras el Gobierno nacional y el principal multimedios de la Argentina, el Grupo Clarín, sostienen desde hace dos años una dura porfía pública y en varios frentes judiciales, en la madrugada del sábado 4 de septiembre ultimo era asesinado en la Villa 31 Bis de la Capital Federal el dirigente social y periodista, Adams Ledesma Valenzuela, director de Mundo Villa TV y del periódico del mismo nombre.
Esta es la crónica de un crimen cuyos móviles aún no han sido esclarecidos. Será la Justicia quien tendrá que definir si la causa fue su militancia social, su actividad periodística, ambas o simplemente se trató de un habitual hecho delictivo. Pero hay algo cierto: era periodista.
Diario sobre Diarios (DsD) presenta aquí un relato inacabado. Pero que por si sólo ya debería abrir un debate, una reflexión obligada. Además del consulado general de Bolivia y del Foro del Periodismo Argentino (FOPEA) exigieron un rápido esclarecimiento otras seis instituciones internacionales relacionadas a la actividad periodística. Por si algún editor de un diario porteño cree que no ha sido suficiente el interés de esta comunidad profesional sobre el asesinato de Ledesma, también se pronunció en igual sentido la Relatoría para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH, dependiente de la Organización de Estados Americanos).
Todos esos pronunciamientos han sido ignorados por los grandes matutinos porteños. No importa –en este caso- si están a favor o en contra del Gobierno nacional. El tema apenas logró espacios –en su mayoría editados en la sección Policiales- y tal vez por ello, ningún funcionario nacional ni del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se pronunció al respecto. Una muerte invisible.
Estamos frente al asesinato de un periodista, que pareciera que a nadie le importa. Ledesma, boliviano, villero y encima dirigente social no logra persuadir a los editores de los matutinos porteños. ¿Es una nota contra quien? ¿A quien le sirve su muerte? ¿Era kirchnerista o antikirchnerista? ¿Estaba a favor o en contra del monopolio? Preguntas tontas.
Sin buscarlo ni desearlo, Ledesma puede provocar un debate en la profesión. Su muerte es pasible de sospechas, de muchas intrigas en las redacciones centrales de los grandes medios, antes de considerarlo un colega.
Todo periodista que no trabaje en un gran medio de comunicación, puede no ser un colega.
Los lectores de DsD podrán apreciar más adelante que este militante social y barrial se esforzaba por tratar de darle a su medios gráfico y televisivo un carácter “profesionalista” para lo cual capacitaba por estos días a los más jóvenes. Es decir, tratar de ser profesional en medios de comunicación con clara inserción social, cuyo entorno justificaría ciento por ciento el mensaje militante. Circunstancias. Curiosidades.
Crónica de una muerte y su silencio
El domingo 5 de septiembre algunos diarios se hicieron eco del asesinato de Ledesma. Clarín le dedicó una breve en el friso de su sección policial y La Nación publicó una nota firmada por Gustavo Carbajal . Sin embargo los que más despliegue le dieron fueron Página y Perfil: no sólo publicaron la noticia con el crimen, sino que la acompañaron con amplias notas sobre el trabajo del periodista y una descripción de los medios de la Villa.
En Perfil Camila Brailovsky y Gariela Oprandi recordaron que Ledesma les había dicho en una nota anterior que “vamos a hacer periodismo de investigación, a filmar a los famosos que vienen en 4x4 y BMW a comprar droga”. Las periodistas arriesgaron que “si bien aún no está claro el móvil del crimen, todo apunta a que su muerte estaría relacionada con su rol activo en defensa de los derechos de la gente de la 31, y no con un simple hecho de inseguridad más”.
Ruth, la viuda de Ledesma le dijo al periódico: “No es justo, salió de su país y vino a morir a un país ajeno. Lo único que pido es que siempre hablen bien de él, porque lo mataron como a un perro y no lo se merecía. Hizo demasiado por la gente y creo que el problema esta ahí. Seguro que a alguno le molestó y lo mató”. Y agregó: “El siempre miraba a quien no tenía nada y lo quería ayudar. Siempre fue así. Cuando llegamos acá, el lugar ni siquiera estaba dividido en manzanas. No había agua, luz ni cloacas. Pero de a poco él fue preguntando cómo hacer y así lo fue consiguiendo”.
En Página, Laura Vales, afirmó que “Mundo Villa reúne a un canal de TV, un diario que se distribuye gratuitamente en los barrios de emergencia de la ciudad de Buenos Aires y una página de Internet en construcción. Trabaja además en conjunto con un grupo de FM instaladas en los asentamientos. Son medios hechos por los propios vecinos, que son quienes producen las noticias” y recordó que Ledesma “el miércoles había conversado con Página/12 junto a otros de sus compañeros, para una nota sobre el periodismo villero”.
Sobre los medios en que trabajaba Ledesma, señaló que “Mundo Villa, el periódico, fue el primer medio del grupo, y por eso el que ya tiene producción propia, ya que el canal de TV está en plena preparación de sus contenidos. El capital principal del diario es que tiene corresponsales en 14 villas, que cubren la agenda más urgente, por lo general reclamos que tienen que ver con la falta de urbanización (cortes de electricidad, precios de las garrafas) y que, además, van eligiendo las historias que quieren contar de cada barrio. El diario inventó una fórmula que consiste en combinar un 50 por ciento de reclamo y un 50 de afirmación de la identidad cultural”.
Agregó que “las oficinas de la ONG (SOS Discriminación, que dirige Víctor Ramos) sirven para las reuniones de redacción y el trabajo de armado. Un grupo de estudiantes de Comunicación y Letras de la Universidad de Buenos Aires ayuda en el armado del diario, y en la villa de Retiro, en la casa de Ledesma, se están dando talleres para formar en periodismo a 25 jóvenes. “Nosotros ya estamos viendo los beneficios de la ley de medios, porque nos abrió la puerta para tener una señal”, definió en la charla con Página/12 Joaquín Ramos, jefe de redacción de Mundo Villa. Entre otros proyectos para el corto plazo está el subir a Internet una página para ampliar la difusión de los contenidos periodísticos”.
El lunes 6, rápido de reflejos, el Foro del Periodismo Argentino (Fopea) emitió un comunicado en el que señaló:
“Fopea repudia el brutal asesinato del dirigente social y periodista Adams Ledesma Valenzuela, director del canal de cable Mundo TV Villa, de la villa de emergencia 31 Bis del barrio porteño de Retiro. Si se comprueba que el móvil del asesinato estuvo vinculado a su actividad profesional como periodista, se trataría de uno de los atentados a la libertad de expresión más graves desde el retorno de la democracia, en 1983”.
El miércoles 8, DsD registró en su edición de ese día que “el asesinato de un periodista, bajo el silencio mediático” en donde se consignó que “Desde hace 48 horas, los diarios porteños sumieron en un total silencio informativo al crimen del periodista Adams Ledesma, habitante de la Villa 31 Bis y director de la señal de cable Mundo Villa y del periódico del mismo nombre. Aún se desconoce si su asesinato tuvo relación con su actividad como periodista. Hasta ayer al menos no había información al respecto y no se sabe si los diarios están investigando el caso”.
DsD añadió ese día “quizá porque Ledesma no trabajaba en un medio tradicional, los diarios dejaron de publicar noticias sobre el crimen. O quizá están investigando el suceso para publicar un completo informe en los próximos días”.
Hasta ese día, además, ningún matutino había publicado el comunicado de Fopea.
El jueves 9, Página/12 y Clarín editaron en sus páginas una marcha de los vecinos de la Villa 31, aunque sin avanzar más allá de ese hecho.
Ese mismo día, el sitio web de la señal informativa latinoamericana, Telesur , difundió que “el consulado general de Bolivia en Argentina expresó sus condolencias a la familia del dirigente social boliviano Adams Ledesma, asesinado este sábado en una favela de Buenos Aires, y anunció que interviene en el caso para lograr que se esclarezca cuanto antes lo ocurrido”. Según Telesur, “el consulado general de Bolivia en Argentina indicó en un comunicado que ha realizado los contactos pertinentes en la división de la Policía Federal que investiga los motivos del crimen, así como en la Fiscalía, a la que ha solicitado ‘la mayor colaboración’ para esclarecer lo ocurrido”.
También ese día, el sitio de la revista Parlamentario señaló que “la presidenta de la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara baja, Silvana Giúdici, presentó un proyecto repudiando el asesinato de Adam Ledezma, el conductor del programa Mundo Villa, que se emitía por el Canal 31 de TV Digital Retiro y pidiendo el esclarecimiento inmediato del crimen”.
Ni la expresión del Gobierno de Bolivia, ni el proyecto de la diputada Giúdici fueron consignados en los diarios.
El viernes 10, DsD editó una nota titulada “Salvo en Argentina, se preocupan por el crimen del periodista”. Ese día se consignó una carta firmada en conjunto por la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) de Bolivia y la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP) al embajador de ese país en Buenos Aires.
Allí, los presidentes de ambas entidades, Juan Javier Zeballos y Pedro Glasinovic, le pidieron “al Gobierno de la República Argentina, a través suyo”, que “realice todas las investigaciones necesarias para aclarar este doloroso y sanguinario episodio”. También pidieron “otorgar la protección y las garantías necesarias a la familia del asesinado periodista que según versiones de la televisión argentina, continúa siendo amenazada por desconocidos”.
En tanto, la organización Reporteros Sin Fronteras emitió un comunicado en el cual señaló: “esperamos que la investigación que se desarrolla determine rápidamente el móvil y quiénes fueron los autores de este crimen”. Añadió que “las investigaciones deben tomar en cuenta las amenazas recibidas más tarde en torno a la víctima. Los asesinatos relacionados con la actividad profesional de los periodistas son muy raros en Argentina, en comparación con otros países de la región, sin embargo, esta pista no debe ser descartada”.
Las cartas de los profesionales de prensa de Bolivia y el comunicado de Reporteros Sin Fronteras, nunca vieron la luz en las páginas de los matutinos.
Ese día, DsD dialogó con Claudia Acuña, periodista del colectivo La Vaca, y conocedora de cerca tanto el trabajo de los dirigentes sociales de la Villa 31 como el de sus medios de comunicación. “A mi no me cabe duda de que lo mataron por su actividad periodística”, señaló a DsD. Para Acuña, “los próximos casos de violaciones a los derechos humanos, no tengo dudas, vendrán desde estos nuevos medios sociales, que son los que hoy están haciendo el periodismo al que se resignó la prensa tradicional”.
El sábado 11 Clarín editó una nota –sin la firma de ningún periodista de su redacción- titulada “Crimen en la Villa 31 bis: creen que fue por una pelea vecinal”. El impersonal “creen” fue para referirse a lo que en el texto consignó como “fuentes policiales”. Según el diario, “la principal hipótesis del caso apunta a que el homicidio se produjo en el marco de una pelea entre vecinos. ‘En la esquina de su casa se cruzó con un grupo de pibitos medio drogados y medio borrachos, con los que ya había tenido problemas otras veces por su actitud y lo fuerte que ponían la música’, aseguraron a Clarín fuentes policiales”.
A esa declaración en off sumó: “‘Parece que les recriminó algo y que uno de estos menores esperó a que siguiera su camino y, cuando lo tuvo de espaldas, le dio dos puntazos por atrás’, confirmó a su vez Víctor Ramos, director periodístico del canal Mundo Villa”.
La versión policial difundida por Clarín sería relativizada al día siguiente. El dominical Perfil publicó una nota firmada otra vez por Camila Brailovsky, que aseguró que la esposa del periodista fallecido “se mostró escéptica ante la versión que circuló en las últimas horas, que apunta a que un grupo de jóvenes que se reúnen en la esquina de su casa serían los responsables de la muerte de su marido”. La esposa de Ledesma le dijo a Perfil: “Una sola vez mi marido salió a retarlos porque se estaban drogando y el olor era muy fuerte. Pero lo entendieron y se fueron, siempre nos llevamos bien”. Según el periódico, Víctor Ramos “también se mostró sorprendido ante la teoría que apunta a vecinos como responsables del hecho”.
En ese fin de semana, se conocieron otros pronunciamientos internacionales. El más importante fue el de la Relatoría para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dependiente de la Organización de Estados Americanos (OEA). En un comunicado expresó “su preocupación por el asesinato” y solicitó a “las autoridades una investigación oportuna y efectiva que revele las causas del crimen e identifique y sancione a los autores materiales e intelectuales”.
En el mismo sentido se pronunció el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), que “instó a las autoridades locales a investigar el caso y enjuiciar a los responsables del homicidio”.
Ambos comunicados (con la importancia que reviste el de la CIDH) sólo fueron publicados por Perfil.
El lunes 13, La Vaca publicó una extensa nota sobre el caso titulada “Adams Ledesma, periodista y delegado villero”, en donde afirmó que “las hipótesis que circulan por la villa son dos y ambas están relacionadas con el destino que Ledesma estaba dándole a su flamante canal de televisión”.
Según la nota, “sus vecinos resaltan el carácter profesional que él quiso imponerle a su canal. ‘Podés tener la verdad, pero para decirla acá también tenés que tener quién te cobije y para lograr ese respaldo es más importante tu compromiso social que tu trabajo periodístico’ dice con sabia síntesis uno de los referentes del barrio. No es un reproche, sino una descripción cruda de la realidad. Desde esa perspectiva, Ledesma fue asesinado por pretender ser más periodista que delegado”.
Añadió que “el vecino señala que incluso las movilizaciones por reclamo de justicia que se organizaron después del asesinato fueron motivadas por el reconocimiento a su trabajo social. ‘Pero en esta villa hay delegados muy jugados a los que nadie puede tocar’, resalta para reforzar la idea. Ledesma merecía ser uno de ellos, pero eligió tomar distancia para ubicar a su medio en el medio, tal como suelen inculcarle a los periodistas para que se pongan en línea profesional”.
La Vaca agregó que “resulta una paradoja que la identidad profesional de Ledesma no sea ahora claramente reconocida por sus colegas. En especial, frente al panorama que abre la nueva legislación, que sembrará en territorios bien distintos a los acostumbrados a periodistas sociales que, como Ledesma, convierten su casa en redacción, su militancia en noticia y su vida en trinchera”.
Ese lunes se conoció un “Alerta” emitida por el Intercambio Internacional por la Libertad de Expresión (IFEX, por sus siglas en inglés), que tomó el comunicado de Fopea y lo distribuyó por su red.
El “Alerta” no alertó a ningún diario porteño.
Por último, el miércoles 14, el programa “Palabras +, Palabras -” que conducen Ernesto Tenembaum y Marcelo Zlotogwiazda por TN decidió correrse del manto de silencio mediático y le dedicó un bloque completo al caso. Tenembaum dijo que “si hubiera sido uno de los periodistas conocidos estaría en la tapa de los diarios todos los días. Pero Ledesma era boliviano y villero”.
El cronista del programa, Julio Leiva fue a la villa y recogió los testimonios de la viuda y la madre de la víctima. Además estuvieron como invitados en el piso, Víctor Ramos, Jorge González (vecino de la villa) y Guillermo Mamani, director del diario Renacer, de la comunidad boliviana. Éste manifestó: “a mi me llamó la atención cuando mataron a Cabezas como todos los diarios empezaron a publicar y a investigar, mientras que en este caso no salió nada”.
Qué es un periodista
Uno de los debates que generó el caso de Ledesma, fue si puede ser considerado periodista o no. Por la trascendencia que el caso tuvo en los diarios porteños, parecería que antes de llamar a alguien periodista, hay que averiguar donde trabaja.
Nuestro país –y toda Latinoamérica- tiene una muy rica tradición del “periodismo militante”, que describe a los hombres de prensa comprometidos con una causa más o menos popular y cuya acción política es ejercida a través de los medios de comunicación.
Incluso dentro del “periodismo militante” hay diversos matices, con medios más “panfletarios” y otros más “informativos”, pero que contribuyen a sostener las ideas políticas de quienes los impulsan (dentro del peronismo revolucionario, por ejemplo, estuvieron las dos vertientes: el más “emotivo” llamado “El Descamisado” y el más “profesional” diario “Noticias”, ambos de la organización Montoneros).
También está el caso del periodista militante que trabaja en un medio en el que no ejerce militancia alguna puesto que se trata de una empresa con poco nivel de participación gremial. El profesional puede ser que ejerza su militancia fuera de su horario laboral, en el comité, la unidad básica, el sindicato o la organización política y social que fuere.
Esta tendencia se contrapone con el “periodismo profesionalista” impulsada por los medios estadounidenses a partir de la década del 60, que sostiene como valor la “asepsia” política de los periodistas y la “imparcialidad” en los relatos. Y que construyó el slogan que reza “los hechos son sagrados, las opiniones son libres”, que durante varios años constituyó el paradigma de estos medios.
En el caso de los nuevos medios sociales, como en el que trabajaba Ledesma, la frontera es más difusa aún, ya que no existen periodistas que sólo se dediquen a esa actividad, puesto que en general forman parte de una organización social. Así, un cronista de un medio villero puede estar haciendo un programa de radio, para luego ir a cavar fosas para cloacas o arreglar problemas eléctricos de sus vecinos, tal el caso de Ledesma.
La escasa preocupación de los diarios porteños por el caso de Ledesma, pareciera mostrar que el “periodismo profesional” podría hacer invisible las realidades que ocurren en el “periodismo militante”. Y sólo preocuparse por los periodistas que trabajan en empresas tradicionales.
Claudia Acuña, de La Vaca, quizá sea el paradigma de esta transformación: “Cuando dirigía la revista Viva de Clarín era periodista, ahora soy una militante trosca de izquierda” dijo a DsD. Y agregó: “A muchos periodistas les cuesta aceptar que alguien que trabaja en un medio villero también es periodista, es un espejo en donde no quieren mirarse”.
Estas disquisiciones no fueron tenidas en cuenta fuera de nuestro país, en donde todas las organizaciones que se expresaron por el asesinato de Ledesma lo hicieron llamándolo periodista.
Un episodio menor, con mayor repercusión
Quiso el destino que durante los mismos días en que el asesinato de Adams Ledesma quedaba bajo un manto de silencio mediático, otro hecho que involucró a una periodista tuvo amplia repercusión.
El viernes 10, Clarín publicó en su página 18 una nota bajo el cintillo “Ataque a la prensa” con el título “Giorgi hizo echar a una periodista de Clarín de una rueda de prensa”. Afirmó en el texto que “la incapacidad de distinguir el profesionalismo, derivó en un acto de discriminación contra esta corresponsal de Clarín en Brasil: sin mediar ningún incidente y ni siquiera haber tenido tiempo de hacer alguna pregunta fue ‘invitada’, a los gritos, a abandonar una reunión de la ministra Débora Giorgi con otros dos periodistas argentinos, uno de Página 12 y otro del diario BAE. Después se supo que ambos habían viajado en el avión oficial con la ministra”.
El hecho mereció una columna del editor general del diario, Ricardo Kirschbaum, quien afirmó: “La discriminación a Gosman es por su pertenencia a la redacción de este diario. Así, Giorgi, ex secretaria de Industria de De la Rúa, devenida en furiosa kirchnerista a pesar de que cada día le rebanan un pedazo a su ministerio, demostró que su genuflexión hacia Cristina Kirchner es de un grado tal que está dispuesta a hacer cualquier papelón internacional para evidenciarla”.
Página/12 ese mismo día publicó otra versión de los hechos, firmada por el periodista enviado, Javier Lewcowicz: “Durante una entrevista a la ministra de Industria, Débora Giorgi, concedida a los diarios Página/12 y Buenos Aires Económico, la corresponsal de Clarín en Brasil, Eleonora Gosman, entró de imprevisto a la sala donde transcurría la charla y exigió participar. La reunión había surgido a partir de un pedido previo de los periódicos que allí estaban. Luego de una discusión, integrantes de la delegación oficial le pidieron a la periodista de Clarín que se retirara y le ofrecieron atenderla más tarde. El incidente ocurrió tras la finalización de un seminario sobre integración productiva del Mercosur. Antes de comenzar ese evento, la ministra Giorgi y su par de Brasil, Miguel Jorge, habían ofrecido una conferencia de prensa para todos los medios que fueron a cubrir el evento, incluido Clarín”.
La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), eligió creer en la versión de Clarín y el presidente de la Comisión de Libertad de Expresión de la entidad, Carlos Gamond, afirmó: “Agobia tener que señalar, una vez más, a un integrante del gobierno nacional por otro hecho de discriminación y maltrato a un trabajador de prensa. Fastidia presenciar tanta prepotencia del poder”.
Aún si el hecho hubiera ocurrido como lo contó Clarín, es llamativo que se le de una nota cabeza de página, una columna del máximo responsable del matutino y que haya movido a las autoridades de ADEPA.
Más aún si se lo compara con el asesinato de un periodista, sobre el que nada se dijo.
http://www.diariosobrediarios.com.ar/eldsd/zonadura/
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