viernes, 1 de octubre de 2010

PRENSA MIGRANTE PARA LA CONSTRUCCIÓN COMUNITARIA

*Por Silvina Molina

Gerardo Halpern identifica tres trayectorias distintas en la prensa de tres comunidades migrantes en Argentina: “los bolivianos muestran una fuerte intervención de respuesta a un modo de interpelación por parte del Estado Argentino de los ’90; el caso de los paraguayos se manifiesta como herencia de un proceso histórico bastante más complejo, y en el caso de los peruanos una inquietud intraétnica -incluso te diría comercial- de generación de “su” prensa. Tres esquemas, que sirven para poder pensar cómo en tres espacios diferentes –contexto migratorio, proceso migratorio, historia migratoria- emerge la prensa como necesidad, como herramienta y como expresión de construcción de comunidad”.

Halpern es Doctor de la Universidad de Buenos Aires, en el Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Licenciado en Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Trabaja sobre problemáticas migratorias. Tiene trabajos publicados en la Argentina y en otros países de América (Chile, México, Brasil).

Actualmente dirige el proyecto UBACyT, en el que analiza dinámicas discriminatorias en los medios de comunicación, a la vez que es Investigador Asistente del CONICET, donde lleva a cabo su trabajo sobre la prensa que publican las comunidades bolivianas, paraguayas y peruanas.

En una entrevista con Periodismo Social explica cómo los migrantes “construyen esa voz propia, incluso con su necesaria polifonía. Se trata de un proceso de apropiación: no alguien que hable por ellos. Sino ellos hablando”.

-¿Cuáles son los ejes de tu investigación?
-Estoy en una etapa incipiente de investigación sobre la producción de medios por parte de comunidades migrantes. Si bien centralmente voy a trabajar sobre prensa grafica, es posible que vaya abriendo el trabajo hacia producciones novedosas que se están desarrollando en la Web y que permiten ver formas de construcción de lo que se ha dado en llamar “transnacionalismo”. Sobre lo de prensa gráfica hay trabajos exploratorios, mientras que existen algunas investigaciones más consolidadas sobre radios, sobre todo radios de bolivianos. Mi intención es abordar dos aspectos: por un lado, pensar la prensa o la producción comunicacional desde un término que vos usaste antes: apropiación, pues tiene que ver con construir y consolidar la voz de sectores que históricamente fueron ocultados, y ver a esta prensa –y este es el segundo aspecto-, como parte de un proceso histórico que cristaliza en diferentes intervenciones a las que yo las considero de índole pública, por ende, de índole política. El inicio del recorrido tiene que ver con un periódico de la comunidad boliviana, un periódico y una agencia de la comunidad paraguaya y un periódico de la comunidad peruana.

-¿Y por qué elegiste estas tres comunidades?
-Centralmente porque hay un contraste histórico en la Argentina en la concepción que se tiene sobre los procesos migratorios legítimos y épicos, y quienes no. Una diferenciación entre sujetos legítimos y sujetos ilegítimos de la migración.
Si vos miras las distintas elaboraciones sobre migraciones en la Argentina te vas a encontrar que, hasta la década del noventa, prácticamente no hay trabajos de investigación de índole antropológico cualitativo comunicacional que se detengan en las producciones culturales de bolivianos y paraguayos. Y eso entra en contraste muy fuerte respecto de una bibliografía abundante, que hay sobre otros procesos migratorios, diferentes grupos migratorios que respondían más al esquema europeizante fundacional de la generación del ’80.

-¿Por qué?
En general se da una justificación -que para mí es errónea- que es cuantitativa. Tendría que ver con esos flujos migratorios disímiles de diferentes momentos históricos. Elemento que se cae rápidamente si uno analiza que hoy el proporcional migratorio regional en la Argentina es exactamente igual que el de 1869, y que en todos los censos de la historia de la Argentina encontrás que entre el 2,6 y el 2,9 por ciento de la población fueron “migrantes regionales”.

En los ’60 se da un giro normativo en la Argentina que empieza a construir las dificultades en las condiciones de permanencia en el país. Son dificultades que apuntan al migrante regional. Y desde entonces lo que se va registrando es una profundización de esas formas de particularización sobre el migrante regional; se produce una división étnica- nacional que construye una forma de lectura / fractura sobre los sectores populares: esta ya no es homogénea sino fragmentada en términos nacionales. Esa fragmentación en términos nacionales, además es potenciada por un tipo de matriz racialista sobre ese componente: deseable – no deseable. Esta indeseabilidad recae sobre el inmigrante regional que aparece como un tipo de alteridad sobre la cual permanentemente interviene o debe intervenir el Estado nacional.

- ¿Lo no deseable se aplica como política de Estado?
-Si. Te diría que lo vas viendo de manera más o menos evidente en la propia normativa. Normativa que va a terminar de explicitarlo a partir de fines de los ’80 cuando se regula la ley de la dictadura (22.439), y luego durante la década del ‘90.
Dicha década, a mi criterio –en materia migratoria- arranca en 1987 con el decreto de Alfonsín que regula la ley de la dictadura (1434/87) y que hace un tipo de particularización sobre el migrante deseable. Porque cuando se delimita lo deseable, por definición se está definiendo lo no deseable. Allí el eje central de deseabilidad es la posesión de capital para la aceptación o para la promoción de la migración. O sea, el migrante deseado ha de ser aquel que posea capital, en contraste con una realidad en la que el migrante que llega a la Argentina es un inmigrante que no posee capital: el migrante regional queda excluido sin ser aludido. Diría: es una exclusión, nuevamente, desde el ocultamiento. Pero ese ocultamiento no se explicita. Se explicita lo que se quiere.

Luego, durante la década del ‘90, el gobierno de Menem profundiza esas especificaciones y las consolida como discurso de Estado, con formas de segregación de ese componente. Por ende lo que hay es un proceso estatal que va etnicizando. Va construyendo al migrante como particularidad, lo va segregando como grupo que no conforma el “nosotros” nacional, lo va ubicando en un lugar social de alteridad permanente. Alteridad, más o menos radical, pero alteridad. Ese tipo de presión sobre la población migrante fuerza la necesidad de una mejor organización del migrante, sobre todo como mecanismo de defensa.

-Pero el migrante sigue llegando a pesar de eso, porque que yo sepa – hablo desde la ignorancia – no hay una política represiva hacia el migrante.
-Bueno, no hay una política represiva en términos digamos “coercitivos”, pero que un migrante no pueda acceder a la documentación que necesita para poder estar en una situación regular en la Argentina es una decisión del Estado. O sea, es el Estado el que define qué trámites tienen que hacer, cuánto cuestan los trámites y basta con poner tramites inaccesibles para el migrante para estar condenándolo a una desigualdad permanente. Y la década del ‘90 fue clara en esto. La cantidad de exigencias que se le fue poniendo al migrante iba marcando, ya no una regulación sobre su ingreso, sino la condición de permanencia en la Argentina. Fue el Estado argentino el que fue disponiendo el tipo de regulación por el cual el inmigrante quedó preso de lo que Diego Casaravilla llamó los “Laberintos de la exclusión”: la imposibilidad de salir de la condición de irregularidad migratoria. De todos modos, tras la crisis de 2001 muchas de esas regulaciones fueron cediendo. Hoy no es lo mismo que hace diez años, de ninguna manera.

-¿Y esa legislación se mantiene?
-No. Eso se va a cortar entre el 2003 y el 2004.

-¿Qué cambió en esos años?
-A partir de la crisis del 2001 disminuye el discurso público contra los migrantes, lo que no significa que desaparece la estigmatización ni la desigualdad. Hay una especie de retracción de los discursos discriminatorios en la Argentina, entre otras cosas porque se hacía insostenible plantear que la desocupación era generada por los migrantes. Los argumentos planteados históricamente para sostener que el migrante era un sujeto disruptivo se caen por todos lados, se vuelven insostenibles.
Además, desde 2003, se produce cierto giro, llamémosle latinoamericanista, que recoloca en Argentina a la región desde otro lugar en el discurso político. Ya no se trata de mirar al Primer Mundo y tener que alejarse del Tercero, sino más bien, postular la membresía a espacios regionales con historias comunes, diferentes, desiguales, pero con perspectivas de construcción de acuerdos multilaterales en los que América Latina no es “el otro indeseable”, sino parte constitutiva del “nosotros”.

Esto no quita que cada tanto aparezca en los distintos medios de comunicación alguna intervención propia de los ’90. Pero lo que es cierto es que en 2003 la administración Kirchner arranca con dos decretos que suspenden todas las órdenes de expulsión de la Argentina de migrantes en situación de irregularidad y -no quiero meter la pata en lo que te digo- una suspensión de un decreto del gobierno de Menem que obligaba a la posesión de contrato de trabajo para poder acceder a la documentación.

Entre 2003 y 2004 se sanciona la nueva ley migratoria. Esta, deroga la ley de la dictadura e incluye una apuesta hacia el MERCOSUR con lo cual se modifica la lógica en la que el Estado interpela al inmigrante. El Plan Patria Grande también jugaba sobre esa cuerda. Con cosas muy buenas y cosas muy cuestionables. Lo importante, a mi entender, es que se salió de la lógica discursiva de los ’90.

-¿Esos cambios se notan en los medios de migrantes regionales?
-Hasta acá estoy haciendo un corte leguleyo, donde analizo cómo los cambios fueron acompañados de una producción discursiva desde el campo político y desde el campo mediático. La presión sobre los grupos migratorios fue obligando también a los migrantes a articularse de determinada manera, trascendiendo formas históricas de organización, porque vos podés ver históricamente un alto componente de migrantes militantes en organizaciones no migrantes. Vale decir, no siempre en la Argentina el migrante regional fue percibido, fue clasificado o fue administrado en calidad de inmigrante. O, peor aun, no siempre ser “inmigrante” significaba ser una alteridad no deseada. Esas formas de segregación fueron obligando a los migrantes a una mayor militancia por proteger o acceder a derechos específicos de los migrantes que estaban siendo avasallados.

De hecho si vos miras el primer número de Renacer Boliviano verás que plantea en su nota editorial que está saliendo con urgencia porque ese número, de febrero de 1999, surge como respuesta a la presión de una campaña muy fuerte por parte de los medios y del gobierno para la expulsión de inmigrantes bolivianos, paraguayos y peruanos.
Esa nota editorial aparece diciendo algo así como “querríamos salir diciendo otra cosa pero nos vemos obligados a decir paren de atacarnos, y ésta debe ser probablemente una herramienta para poder discutir con el Estado Argentino o con el gobierno argentino cuál es el criterio con el que nos están interpelando a nosotros en calidad de inmigrantes; y vamos a responder a los distintos agravios, ataques…y vamos a organizarnos”. Renacer aparece en la batalla y se planta en ella.

-¿Hubo una organización previa a la salida de este tipo de medios? ¿Surgen desde las organizaciones de migrantes?
-Cada grupo marca trayectorias distintas. El periódico Paraguay Nañe Reta, que es el principal periódico de la comunidad paraguaya, surge a mediados del ’90, en otra coyuntura y con otros antecedentes. La comunidad paraguaya en la Argentina es una comunidad de larga trayectoria y de fuerte organización a lo largo de su historia, que es una de las particularidades que tienen los paraguayos en la argentina.

El Paraguay Nañe Reta cuenta con antecedentes de publicaciones que fueron produciendo paraguayos, aunque más de corte institucional o más de corte político por parte de los partidos políticos paraguayos en la Argentina expulsados del Paraguay por la dictadura de Stroessner. Este medio, si bien no se propone ser una herramienta política, sí contiene en su primer nota editorial la visión de la heterogeneidad política de los paraguayos en la Argentina y trata de contener de alguna manera esa heterogeneidad.

Es un periódico que no lo podes analizar si no es contemplando los antecedentes del proceso migratorio paraguayo en sus distintas organizaciones, con diferentes formas comunicacionales que se fueron produciendo a lo largo de la historia en la Argentina y que de alguna manera son elementos que van a atravesar al Paraguay Nañe Reta.

En el caso de los bolivianos en la Argentina, al mismo momento que surge Renacer Boliviano nacía el Vocero Boliviano, una publicación que ya no sale, con un criterio sobre la bolivianidad en la Argentina diferente del de Renacer…. Esas dos construcciones que tenés en esta prensa están mostrando concepciones más indigenistas o menos indigenistas, más institucionalistas, estatistas o menos. Hay una excelente tesina en Ciencias de la Comunicación de la UBA de Luciano Beccaría que analiza y compara estas dos experiencias. Ambas publicaciones van mostrando heterogeneidades pero también van mostrando la necesidad de algún tipo de expresión o intervención pública desde una voz que no tiene legitimidad en la esfera pública de la Argentina.

En el caso de los peruanos, el periódico que empiezo a conocer es La Gaceta del Perú, que nace también en los ’90, y surge también con un tipo de particularidad: el peruano aun no estaba siendo construido o visibilizado como alteridad radical, como lo va a ser poco tiempo después. La Gaceta… surge más como expresión de un proceso incipiente de crecimiento de la migración peruana en Buenos Aires, cuyo salto proporcional, entre el censo de 1980 y el de 1991, es el más marcado de todos. De hecho, se duplica la migración peruana en la Argentina.

Pero el dato más importante allí es que la migración histórica de ese colectivo es más calificada que el componente que empieza a llegar, que es de clase media o media baja o de sectores populares. Difiere del componente poblacional histórico de peruanos en la Argentina que es más de corte clase media, media alta más universitaria. De todos modos en la comparación de grupos migratorios, el nivel educativo por ejemplo, tiene un corte de formación mayor que el de los bolivianos y paraguayos.
En lo que hace al periódico, el primer año de La Gaceta del Perú muestra un tipo de interpelación intraétnica, o sea, hacia adentro del grupo de peruanos, convocando a la organización de los peruanos para poder generar los puentes con el Perú.

Como podés ver, tenés tres trayectorias distintas: los bolivianos en una fuerte intervención de respuesta a un modo de interpelación por parte del Estado Argentino de los ’90; el caso de los paraguayos herederos de un proceso histórico bastante más complejo, y en el caso de los peruanos una inquietud intraétnica -incluso te diría comercial- de generación de “su” prensa. Tres esquemas que probablemente así como yo los planteo suenan excesivamente esquemáticos, pero me parece que sirve para poder pensar cómo en tres contextos diferentes –quiero decir contexto migratorio, proceso migratorio, historia migratoria– emerge la prensa como necesidad, como herramienta y como expresión de construcción de comunidad.

-Y sin encontrar, imagino yo, la manera de entrar en la prensa masiva o alternativa que ya existía en el país, o sea, la necesidad de crear sus propios medios, su propia prensa, ante ese embate mediático muy discriminatorio.
-Si. Absolutamente. Eso no quita que podamos ver instancias de ingreso “periférico” al sistema de medios. De hecho, ha habido experiencias de articulación, por ejemplo, de programas de paraguayos en radios comerciales masivas de la ciudad de Buenos Aires que fueron experiencias muy interesantes. Sin embargo, coincido contigo en que en la Argentina no han tenido acceso a la prensa masiva, a la prensa blanca, y para eso te puedo plantear un caso paradigmático de esto que afirmo. Cuando en el ‘99 en Paraguay matan al entonces vicepresidente Argaña, la cobertura de prensa escrita en la Argentina no tuvo una sola nota donde se entrevistara a un solo paraguayo en la Argentina. No hubo un solo diario en la Argentina que tuviera, como parte del criterio de noticiabilidad, entrevistar a los paraguayos que viven en Argentina. Para mí eso fue revelador. Ya no cómo y dónde ingresan. Sino, también, cómo y dónde no ingresan.

Otro caso es la forma marginal en que los bolivianos fueron recuperados en la prensa gráfica para hablar sobre el proceso de Evo Morales. Ha sido absolutamente marginal. Y te digo más, cuando los paraguayos que viajaron al Paraguay para votar en la elección que ganó el actual presidente Fernando Lugo, fueron entrevistados por algún medio local, básicamente el registro que yo tengo es de dos medios: una cámara de canal 7 y una periodista de Radio del Plata. La pregunta de la movilera de la radio pretendía sacar de los testimonios cuánto plata había puesto la embajada del Paraguay, o sea, cuánto había de sucio en que los paraguayos viajaran al Paraguay a votar.

La prensa migrante si bien no suple, sí creo que cumple un rol social de autoafirmación identitaria en el proceso migratorio que pelea contra ese sistema hegemónico.

-¿Y por qué crees que a la prensa blanca, como la llamás vos, no le interesa? ¿Cuál es la lectura para que no pueda haber otra mirada sobre los inmigrantes regionales?
-Yo creo que forma parte de un sentido común del cual los medios de comunicación son herederos y productores a la vez; o sea, yo entiendo a los medios como reproductores y productores de ese sentido común; y entiendo que la historia de Argentina es una historia en la que existen sujetos legítimos y sujetos ilegítimos; y creo que más allá de casos excepcionales, la prensa recorre el camino de tantas otras instituciones ideológicas en el país. Si vos mirás los relatos migratorios escolares, la épica migratoria en la Argentina, es una épica migratoria europea, y los medios repiten el esquema de sujetos legítimos y sujetos ilegítimos.

-¿Por qué te interesa trabajar la prensa de los migrantes?
- Porque creo que sus medios son herramientas muy importantes en lo que hace a su propia conformación como colectivos y a la construcción de una voz legítima. Me interesa ver cómo los migrantes construyen esa voz propia, incluso con su necesaria polifonía. Se trata de un proceso de apropiación: no alguien que hable por ellos. Sino ellos hablando. La historia del capitalismo está plagada de instituciones que expresan “la voz de”. Y yo no estoy buscando quién expresa la voz de, sino cómo se construye la voz propia.

-Vos elegiste la grafica, ¿Vas a avanzar después en la radio? Me parece muy interesante, desconozco Perú, pero Bolivia y Paraguay tienen una fuerte tradición oral y me parece que es muy rico lo que puede dar la radio.
-Sí, es probable. Ahí el problema está en qué tipo de recorte haces. Porque te vas a encontrar con radios que podemos definir como paraguayas que son solo de música; si bien es sumamente interesante, ese tipo de experiencia no forma parte de lo que hoy me interesa. Hay programas de radio de paraguayos en la Argentina que tienen casi veinte años de permanencia en el dial que son programas muy escuchados y que tienen una trayectoria, una historia sumamente significativa.

-Por lo que has podido ver hasta ahora, ¿Se repiten las lógicas que vemos en algunos medios de responder al poder político de turno del país?
-En los tres casos que yo estoy siguiendo te diría que no podría hacer esa afirmación, no podría mostrar eso, pero no lo descarto. Esta prensa funciona centralmente en base a la publicidad y la publicidad no es ingenua. Ya lo decían los teóricos funcionalistas “el que paga la orquesta elige la melodía”. Eso reduce la capacidad de alternatividad, aunque es un tema que atraviesa el campo comunicacional migratorio: no solo la vinculación con el poder político (sea oficial u oposición) sino también con la pauta publicitaria. No es un tema fácil, pues acá estamos hablando de gente que hace esto en medio de condiciones de vida muy difíciles. No hablamos de empresarios. Hablamos de trabajadores que ven en la prensa, además de una posibilidad comercial, un posible organizador social.

http://www.periodismosocial.org.ar/notacompleta.cfm?id=4162




LA INVISIBILIDAD DE LOS MEDIOS DE LAS COMUNIDADES MIGRANTES


Por Silvina Molina

Adams Ismael Ledesma, director de un medio comunitario fue asesinado el 4 de septiembre en la Villa 31 Bis. Si bien la investigación policial está en curso, se descarta el móvil del robo.

Para Gabriel Levinas de FOPEA (Foro de Periodismo Argentino) “es imposible separar este asesinato con quién era él en el barrio. Él muere por ser periodista”.

El portal DsD está realizando un seguimiento de la poca cobertura periodística de este asesinato, que ha sido repudiado por siete entidades periodísticas internacionales, por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y por el gobierno de Bolivia. En Argentina, sólo FOPEA se ha pronunciado, y los trabajadores de ‘Mundo Villa TV’ fueron recibidos por la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara Baja.

“Adams y su familia son discriminados, no sólo por villeros, también por ser boliviano, por su nacionalidad ética. Es como que su muerte no tuviera entidad, ni el dolor une. Hay un racismo mediático”, sostiene Guillermo Mamani, director del periódico Renacer.

¿Son invisibles los medios y los periodistas de las comunidades migrantes en Argentina?

Periodismo Social, entrevistó Gerardo Halpern, antropólogo y comunicador, que está realizando una investigación sobre la prensa que publican las comunidades bolivianas, paraguayas y peruanas.

También, la voz de los directores de La Gaceta de Perú, Ñane Reta y Renacer.

Aportes para un debate necesario.

http://www.periodismosocial.org.ar/notacompleta.cfm?id=4163

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