martes, 15 de septiembre de 2009
Algo para compartir
Leyendo el diario nos encontramos con esta noticia, que como decimos siempre, si bien nos conmueve, nos llena de bronca, no sorprende, y lo mal que hacemos porqué tal vez, al no sorprendernos con ciertas cuestiones, estamos contribuyendo a que se naturalicen. No aceptamos prácticas xenófobas, ni racismo, ni nada que se le parezca… “todos somos iguales ante la ley… “
Primer dictamen de la ONU acerca de prácticas xenófobas de la policía en europa
Una historia sobre racismo a la española
Hace 17 años, a Rosalind Williams, estadounidense nacionalizada española, un policía le pidió documentos por ser la única persona negra que transitaba por una estación. El caso se volvió un emblema de la lucha contra la discriminación.
La policía no puede trazar distinciones por el color de la piel, que además tampoco debe considerarse indicativo de una posible situación ilegal. Por obvio que parezca, el mensaje que la ONU acaba de dar al gobierno español cobra importancia cuando se considera el endurecimiento del marco legal para la inmigración africana en Europa. El dictamen surge 17 años después de que Rosalind Williams, una española nacida en Estados Unidos, denunciara que entre todos los pasajeros que colmaban los andenes un agente español le pidió el documento sólo a ella, la única persona negra que transitaba por la estación.
El 6 de diciembre –día de la consitución española– de 1992, Williams viajaba a Valladolid con su marido, Tino Calabuig, y su hijo de 18 años. Cuando llegaron a la estación, su esposo bajó del tren para buscar el equipaje y ella empezó a caminar sola, cuando un policía de civil –rubio, alto y flaco– le pidió su identificación personal. Enseguida llegó Calabuig, un militante antifranquista que le preguntó al hombre por qué se la pedía sólo a su mujer. “Tenemos instrucciones de identificar a gente como ella”, fue la respuesta que precipitó los acontecimientos y, al mismo tiempo, actualizó sus recuerdos más angustiantes. Muchos años antes, su padre médico había apaleado por ser un “negro con formación” en Estados Unidos.
“¿Cómo es posible que pase esto en un país con una de las constituciones más modernas de Europa?”, se preguntaba Williams mientras pasaba esa noche en vela. Al mismo tiempo, había pasado a la acción: ella y su esposo denunciaron el episodio primero en la comisaría y después en el Ministerio del Interior, cuya asesoría jurídica dictaminó en julio de 1993 que se había producido una discriminación. El caso siguió por la Audiencia Nacional, sin éxito. Cuando en 2001 el Tribunal Constitucional volvió a desestimarlo, la denunciante atravesó una marcada depresión. La situación empezó a revertirse tres años después, cuando Women’s Link Worldwide, una ONG que lucha por la equidad de género, llevó el caso ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU.
La insistencia fue premiada: “Es la primera vez que una instancia internacional emite un dictamen sobre estas prácticas de control policial considerándolas discriminatorias”, consignó el diario El País. Aunque el dictamen no es vinculante, el Estado español deberá dar una respuesta, ya que es uno de los sucriptores del Pacto de Derechos Civiles y Políticos. “No pude contener la alegría, no lo podía creer”, describió Williams su reacción al enterarse de la noticia llegada desde Ginebra. “La policía no puede tratarte de un modo distinto por el aspecto que tengas. Es humillante. Es fundamentalmente contrario a la idea de que todos somos iguales ante la ley”, ratificó James Goldston, director de otra ONG, Open Society Justice Iniciative.
MUCHAS DEMANDAS, POCAS CONDENAS. En los próximos seis meses, España deberá informar a la ONU qué medidas toma en respuesta al caso Williams. Hasta el año pasado, el país fue demandado 105 veces ante el Comité de Derechos Humanos, pero sólo hubo 15 condenas. Como estos dictámenes no son de cumplimiento obligatorio, es común que sean ignorados: Naciones Unidas no puede forzar el cumplimiento de sus recomendaciones. Con estos antecedentes en cuenta, Williams, que hoy tiene 66 años, vive en Madrid y sigue al detalle cada paso de Barack Obama, también fue moderada: “No hace falta que (el presidente José Luis) Zapatero me reciba en la Moncloa, pero agradecería una expresión pública de disculpas y, por qué no, los 30.000 euros que pedimos en su momento por daños y perjuicios”.
Fuente: Critica Digital – 31 de agosto 2009
http://criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=30015
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